La arquidiócesis de Catania (en latín: Archidioecesis Catanensis y en italiano: Arcidiocesi di Catania) es una circunscripción eclesiástica de la Iglesia católica en Italia. Se trata de una arquidiócesis latina, sede metropolitana de la provincia eclesiástica de Catania. Desde el 8 de enero de 2022 su arzobispo es Luigi Renna.
Territorio y organización
La arquidiócesis tiene 1333 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en parte de la región de Sicilia, comprendiendo el 25 comunas de la ciudad metropolitana de Catania: Adrano, Belpasso, Biancavilla, Bronte, Camporotondo, Catania, Gravina di Catania, Maletto, Maniace, Mascalucia, Misterbianco, Motta Sant'Anastasia, Nicolosi, Paternò, Pedara, Ragalna, San Giovanni La Punta, San Gregorio di Catania, San Pietro Clarenza, Sant'Agata li Battiati, Santa Maria di Licodia, Trecastagni, Tremestieri Etneo, Viagrande, Zafferana Etnea y Santa Venerina (limitada al barrio de Bongiardo).
La sede de la arquidiócesis se encuentra en la ciudad de Catania, en donde se halla la Catedral de Santa Águeda. Entre los santuarios diocesanos de mayor relieve, por su historia y devoción, se encuentran el de Santa Águeda al Carcere, en Catania; y los santuarios marianos de basílica colegiata de Santa María de la Limosna, en Biancavilla; de la Madonna de la Sciara in Mompileri, en Mascalucia, y el de la Madonna de Ognina, en Catania; y el de los Santos Alfio, Filadelfo y Cirino, en Trecastagni (uno de los centros de peregrinación más importantes de la arquidiócesis).[1]
En 2023 en la arquidiócesis existían 157 parroquias.
La arquidiócesis tiene como sufragáneas a las diócesis de Acireale y Caltagirone.
Historia
El nacimiento de la Ecclesia Catanensis es objeto de debate: la tradición, de la que hay los primeros testimonios durante la dominación bizantina, quiere que la diócesis haya sido erigida en el siglo I por san Berillo, originario de Antioquía, enviado expresamente por el apóstol Pedro[nota 1] para evangelizar la ciudad en el año 42.[2] Aunque dado el estado actual de la investigación histórica y arqueológica, es posible atestiguar la presencia de una comunidad cristiana en Catania sólo a partir del siglo III. Hacia mediados de siglo, durante la persecución del emperador Decio, está atestiguado el martirio de santa Águeda, patrona de la ciudad; y a principios del siglo IV, durante la persecución de Diocleciano, el martirio de san Euplio, diácono, cuyo ministerio demuestra la presencia de una jerarquía establecida.[3]
La historiografía reciente ha aclarado la falta de evidencia historiográfica que sustente una erección en el siglo I, sin embargo, nada lleva a excluir completamente la historicidad de la figura de Berillo, en un período por otra parte diferente del atestiguado por la tradición, es decir, en una época incierta entre los siglos III y IV.[4][3]
Los primeros obispos históricamente documentados pertenecen al siglo VI. El primero de ellos es Fortunato, quien fue enviado en 515 por el papa Hormisdas a Constantinopla, junto a Enodio de Pavía, como legados papales en la tentativa de recomponer el cisma acaciano. Elpidio y Leone son mencionados en las epístolas de los papas Pelagio I (556-561) y Gregorio Magno (590-604), respectivamente. Otros obispos cataneses tomaron parte en los concilios ecuménicos del primer milenio (Teodoro en el de Nicea en 787 y Eutimio en el de Constantinopla de 869-870). Otros en cambio de Catania participaron en los sínodos convocados en Roma por los papas (Giorgio en 679 y Giuliano en 680). De un gran número de obispos cataneses ha sido descubierto el sello episcopal, que datan entre los siglos siglo VI y siglo IX, entre estos: Magno, Giovanni, Costantino I, Costantino II y Antonio.[5]
Como atestiguan las cartas de los papas del siglo VI, hasta principios del siglo VII Sicilia no tenía sedes metropolitanas y, aunque políticamente sujeta al Imperio bizantino, dependía desde el punto de vista eclesiástico del patriarcado de Roma: de hecho todas las diócesis sicilianas eran sufragáneas de la diócesis de Roma. Sólo en la primera mitad del siglo VIII, a raíz de la polémica iconoclasta, Sicilia fue apartada de la jurisdicción de Roma por el emperador León III Isáurico y sometida al patriarcado de Constantinopla (circa 732). En este contexto Catania asumió un papel prestigioso, hasta el punto de ser elevada a sede metropolitana, sin sufragáneas, como atestiguan los sellos de los metropolitanos Costantino II y Antonio y la Notitia Episcopatuum redactada en tiempos del emperador León VI y datable a principios del siglo X.[6] El primer metropolitano fue quizás Eutimio y «un reflejo del ascenso del prestigio de la sede de Catania en la capital del Imperio es ciertamente el culto a santa Águeda, en cuyo honor se erigió una iglesia en Constantinopla».[7][8]
En 827 los árabes desembarcaron en Marsala y en pocas décadas conquistaron toda la isla; la caída de Taormina en 902 llevó poco después a la conquista de Catania. Durante la ocupación árabe de Sicilia pocas son las informaciones sobre la vida de las comunidades cristianas y de las estructuras eclesiásticas. Sin embargo, el metropolitano de Catania, Leone, estuvo presente en el Sínodo Constantinopolitano de febrero de 997.[nota 2][8]
Los normandos conquistaron Sicilia a inicios del siglo XI y procedieron progresivamente a la restauración de las circunscripciones eclesiásticas de la isla. Catania fue reconquistada en 1071 y, tras el encuentro de Troina entre Roger y el papa Urbano II (1088), el rey normando fundó la abadía benedectina de Santa Águeda en 1091. Al año siguiente, mediante bula fechada en Anagni el 9 de marzo, Urbano II restableció la diócesis de Catania, nombrando al mismo tiempo a Ansgerio, abad de Santa Águeda, como su primer obispo. Roger I dotó la iglesia catanese de muchos bienes y privilegios y invistió al obispo de las prerrogativas feudales, con amplios poderes sobre la ciudad, el territorio circunstante y el mar, con derecho a ejercer justicia; muchos de estos derechos fueron abolidos por Federico II en el siglo XIII. La nueva catedral, edificada al lado de la abadía de Santa Águeda, fue inaugurada en 1094.
El 17 de agosto de 1126, según la tradición, se produjeron el retorno de las reliquias de santa Águeda, que en 1040 el general bizantino Giorgio Maniaces había conseguido trasladándolas a Constantinopla. El 4 de febrero de 1183 el papa Lucio III asignó Catania a la provincia eclesiástica de la arquidiócesis de Monreale, decisión confirmada por el papa Clemente III el 29 de octubre de 1188.[8]
«Dos instituciones eclesiásticas marcaron la vida de la diócesis durante varios siglos».[9] El primero se refiere al capítulo de canónigos de la catedral, que, desde la fundación de la diócesis, estaba formado por monjes benedictinos procedentes de la cercana abadía de Santa Águeda. El clero secular, viéndose desposeído de los cargos vinculados al capítulo, obtuvo del papa Eugenio IV en 1446 la erección de un segundo capítulo comunal, en la iglesia de Santa María de la Limosna. Los conflictos entre los dos capítulos no fueron raros, hasta que el obispo Nicola Maria Caracciolo consiguió la supresión del capítulo monástico, que fue secularizado[nota 3] por el papa Pío V en 1568. La segunda institución constituye una peculiaridad de la diócesis de Catania. De hecho, desde su fundación, toda la diócesis estaba formada por una única parroquia con sede en la catedral, y el obispo era el único párroco. Todos los sacerdotes con cura de almas eran considerados vicarios parroquiales, con poder de administrar los sacramentos. Este unicum logró superar incluso la ola reformista del Concilio de Trento y continuar hasta el siglo XX. Las primeras parroquias fueron erigidas canónicamente recién en 1919 en las localidades de la diócesis y en 1944 en la ciudad de Catania. Esta situación, sin embargo, benefició a la arquidiócesis, que logró salvarse de la confiscación de los bienes de la mensa arzobispal prevista por las leyes subversivas de 1867, demostrando que el arzobispo era de hecho el único párroco y que, por tanto, los bienes estaban anexados al cuidado de las almas.[10][8]
Los acontecimientos naturales han afectado profundamente la vida de la arquidiócesis. El terremoto de 1169, que provocó la muerte de 15 000 personas, mató también al obispo Giovanni Aiello y a decenas de monjes, que se encontraban en el interior de la catedral para la celebración de las vísperas. Las erupciones del Etna destruyeron periódicamente muchas propiedades eclesiásticas, y en algunos casos incluso la ciudad episcopal con el flujo de lava que llegó al mar (en 1381 y 1669). Después del terremoto de 1693, toda la ciudad fue reconstruida con una importante ayuda por parte del obispo Andrea Riggio y de todo el clero.
En la segunda mitad del siglo XVI, obispos celosos trabajaron para implementar los decretos del Concilio de Trento. El obispo Caracciolo convocó el primer sínodo diocesano en 1565. En 1622 y 1668 se convocaron otros sínodos reformistas.[nota 4] En 1572 el obispo Antonio Faraone fundó en Catania el primer seminario siciliano.[nota 5][11][8] En el siglo siglo XVIII el obispo Salvatore Ventimiglia publicó un catecismo en idioma siciliano que se utilizó hasta la llegada del papa Pío X; e instaló una imprenta en el seminario donde se imprimió el Nuevo Testamento en griego y varias obras de clásicos latinos y griegos.
En la primera mitad del siglo XIX el territorio de la diócesis, que había quedado intacto desde los tiempos normandos, fue desmembrado en favor de la erección de:
- la diócesis de Caltagirone el 12 de septiembre de 1816 mediante la bula Romanus Pontifex del papa Pío VII;[12]
- la diócesis de Nicosia el 17 de marzo de 1817 mediante la bula Superaddita diei del papa Pío VII;[13]
- la diócesis de Piazza Armerina el 3 de julio de 1817 mediante la bula Pervetustam locorum del papa Pío VII;[14]
- la diócesis de Acireale el 27 de junio de 1844 mediante la bula Quodcumque ad catholicae religionis incrementum del papa Gregorio XVI.[15]
Además, otros cambios territoriales realizados en 1844 llevaron a la transferencia de cinco comunas a las diócesis de Caltagirone y Nicosia, y a la adquisición de las comunas de Bronte y Maletto por la misma diócesis de Nicosia. En compensación por la pérdida de sus muchos territorios, el 4 de septiembre de 1859 el papa Pío IX elevó Catania al rango de arquidiócesis inmediatamente sujeta a la Santa Sede, concediendo a los arzobispos el privilegio del palio, revocado por el papa Pablo VI en 1978.[nota 6]
En 1861, tras la muerte de Felice Regano la arquidiócesis de Catania estuvo vacante durante mucho tiempo, también a causa de los intentos del gobierno liberal de intervenir en el nombramiento de obispos, que estaba sujeto al exequatur y a la pretensión de apropiarse del patronato real de los monarcas anteriores, es decir, de gozar del derecho de presentación de obispos. En 1865 el gobierno propuso en conversaciones informales promover a la sede de Catania a Ludovico Ideo, obispo de Lípari, considerado "sinceramente devoto del gobierno". Posteriormente el gobierno propuso el traslado de Giulio Arrigoni, arzobispo de Lucca, lo que la Santa Sede rechazó porque en el pasado los obispos no sicilianos habían recibido poca acogida en la isla. Finalmente el gobierno manifestó su consentimiento al nombramiento de Giuseppe Benedetto Dusmet (1867-1894), último abad-obispo de Catania, beatificado por el papa Juan Pablo II en 1988.[16][17] Su sucesor, Giuseppe Francica Nava (1895-1928), dio a la pastoral de la diócesis una impronta más marcadamente social.
El territorio del condado de Mascali, posesión de la mensa episcopal de Catania tras una donación de Roger II de Sicilia en 1124, gracias a una serie de privilegios concedidos a partir de 1540 por el emperador Carlos V, entre los que figura la concesión del mero et mixto imperio, todos los sucesores del obispo Caracciolo asumieron el título de Comes Maschalarum.[18] Los obispos de Catania hasta el Concilio Vaticano II[19] ostentaban el título de conde.
Del 6 al 16 de septiembre de 1959 Catania acogió el XVI Congreso Eucarístico Nacional Italiano, en el que asistió como legado papal el cardenal Marcello Mimmi.
En noviembre de 1994 la arquidiócesis recibió la visita pastoral del papa Juan Pablo II.[17]
El 2 de diciembre de 2000 la arquidiócesis fue elevada al rango de sede metropolitana, con dos diócesis sufragáneas: Acireale y Caltagirone.[17]
Estadísticas
Según el Anuario Pontificio 2022 la arquidiócesis tenía a fines de 2023 un total de 715 900 fieles bautizados.
Vida consagrada
En el territorio arquidiocesano catanés se encuentran los siguientes institutos y sociedades masculinos: Orden de san Benito (Congregación casinese), Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (carmelitas), Orden de los Carmelitas Descalzos, Orden de Predicadores (dominicos), Orden de los Hermanos Menores (franciscanos observantes), Orden de los Hermanos Menores Conventuales (franciscanos conventuales), Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (capuchinos), Hermanos de las Escuelas Cristianas (hermanos de La Salle), Compañía de Jesús (jesuitas), Sociedad de San Pablo (paulinos), Congregación de la Pasión (pasionistas), Pequeña Misión para los Sordomudos, Pequeña Obra de la Divina Providencia (orionistas), Pontificio Instituto Misiones Extranjeras (misioneros del Pime), Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos), Congregación de los Sagrados Estigmas (estigmatinos) y Congregación de la Misión (paúles).[21]
Trabajan también en la arquidiócesis los siguientes institutos y sociedades femeninos: Siervas Misioneras de Cristo Rey, Siervas Reparadoras del Sagrado Corazón de Jesús, Benedictinas de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento, Betlemitas Hijas del Sagrado Corazón, Monjas de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (carmelitas), Orden de las Carmelitas descalzas y Orden de las hermanas pobres de Santa Clara (clarisas).[21]
Episcopologio
Notas
Referencias
Bibliografía
- AP (2015). Annuario Pontificio. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana. ISBN 978-88-209-8522-6.
- (en latín) Rocco Pirri, Sicilia sacra ., vol. I, Palermo, 1733, pp. 513-597
- (en italiano) Francesco Lanzoni, Le diocesi d'Italia dalle origini al principio del secolo VII (an. 604) ., vol. II, Faenza, 1927, pp. 624-629
- (en italiano) Francesco Lanzoni, La prima introduzione del Cristianesimo e dell'Episcopato nella Sicilia e nelle Isole adiacenti ., en Archivio storico per la Sicilia orientale, XIV (1917), pp. 66-68
- (en italiano) Hans Niese, Il Vescovado di Catania e gli Hohenstaufen in Sicilia ., en Archivio storico per la Sicilia orientale, XII (1915), pp. 74-104
- (en italiano) Gaetano Zito, Storia delle Chiese di Sicilia, Città del Vaticano, 2009, pp. 395-399
- (en italiano) Vincenzio d'Avino, Cenni storici sulle chiese arcivescovili, vescovili e prelatizie (nullius) del Regno delle Due Sicilie ., Nápoles, 1848, pp. 173-182
- (en italiano) Giuseppe Cappelletti, Le Chiese d'Italia dalla loro origine sino ai nostri giorni ., Venecia, 1870, vol. XXI, pp. 633-642
- (en italiano) Vittorio Rizzone, Elementi per la ridefinizione della cronotassi dei vescovi di Catania di età paleocristiana e bizantina ., en Synaxis 1 (2012), pp. 374-388
- Antonino Blandini. «San Berillo, Protoepiscopo di Catania». Archivado desde el original el ?.
- (en alemán) Norbert Kamp, Kirche und Monarchie im staufischen Königreich Sizilien ., vol. 3, Prosopographische Grundlegung: Bistümer und Bischöfe des Königreichs 1194 - 1266; Sizilien, Múnich, 1975, pp. 1203-1232
- (en latín) Pius Bonifacius Gams, Series episcoporum Ecclesiae Catholicae ., Graz, 1957, pp. 944-945
- (en latín) Konrad Eubel, Hierarchia Catholica Medii Aevi, vol. 1, pp. 176-177; vol. 2, p. 122; vol. 3, p. 159; vol. 4, pp. 141-142; vol. 5, pp. 150-151; vol. 6, p. 156
- (en italiano) Adolfo Longhitano, La parrocchia nella diocesi di Catania, prima e dopo il Concilio di Trento ., Studio teologico San Paolo, Catania, 2017
Enlaces externos
- (en inglés) Ficha de la arquidiócesis en www.gcatholic.org
- (en italiano) Arquidiócesis de Catania en BeWeB - Beni ecclesiastici in web
- (en italiano) Página web de la Catedral de Catania
- (en italiano) Museo diocesano de Catania
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